Para Escher, la corteza del mundo visible no era otra cosa sino un trozo de tela que se podía cortar, pegar, configurar y reacomodar en formas maravillosas.
Soberbio Delineante, se impuso el reto de representar esas transformaciones sobrenaturales del espacio, dentro de los límites familiares establecidos por una hoja de papel.
Hé aquí algunas de las imágenes resultantes.